LAS 3 MILLONES 380 MIL MENTIRAS DE URIBE
Si tiene tiempo, vaya al buscador de Google y escriba: las mentiras de Uribe. Le aparecerán 3,380,000 entradas. Nada exagerado para la avalancha de mentiras, calumnias y difamaciones con las que suele enlodar a quienes lo controvierten y las imprecisiones y tergiversaciones con las que vive enredando a su fanaticada, que en realidad es grande.
Si tiene tiempo, vaya al buscador de Google y escriba: las mentiras de Uribe. Le aparecerán 3,380,000 entradas. Nada exagerado para la avalancha de mentiras, calumnias y difamaciones con las que suele enlodar a quienes lo controvierten y las imprecisiones y tergiversaciones con las que vive enredando a su fanaticada, que en realidad es grande.
Por ejemplo, Uribe dijo que el periodista Daniel Coronel de la revista Semana era un narcotraficante. Dijo también que el columnista de El Espectador Yahir Akerman era del ELN. Ha dicho que el periodista y ahora concejal Hollman Morris era un terrorista de las FARC. Al periodista Jorge Ramos de Univisión lo dejó plantado cuando este no le preguntó lo que él quería que le preguntaran. Del Periodista Francés Romeo Langlois dijo que le daba mucha desconfianza. Del periodista Julián Martínez de Noticias Uno dijo que era de las Farc. Al corresponsal Salvador Castellanos de Univisión se le escapó de una entrevista en curso por preguntas “incómodas”. Ahora le dice al columnista de Revista Semana Daniel Samper Ospina que es un violador de niños. La tapa de todas las calumnias.
La lista es larga y tan evidente es su desprecio hacia la libertad de prensa que periodistas simpatizantes de sus ideas como Claudia Gurisatti, Hassan Nasar, Salud Hernández y Juan Lozano, ya le exigieron ponerle fin a sus excesos.
De Santos dijo que había financiado su campaña con dinero del narcotráfico pero no interpuso la denuncia ante el Fiscal sino ante su amigo, el Procurador Ordóñez.
A los colombianos les dijo que les iban a quitar sus pensiones para poderles pagar a las FARC, que los guerrilleros nunca iban a entregar las armas, que Timochenko sería presidente y también se fue a foros internacionales a decir mentiras sobre la economía de Colombia y a despotricar sobre el proceso de paz. En todo más serio que el que él hizo con los paramilitares, incluidas varias falsas desmovilizaciones.
A las madres de los jóvenes hechos pasar por guerrilleros, por cuya culpa (presionar a los militares por resultados) fueron asesinados más de seis mil, les dijo con toda la infamia que cabe en su boca, que ellos, los famosos falsos positivos “no estarían recogiendo Café”. Se refería a los muchachos inocentes que su ejército vistió de guerrilleros y asesinó vilmente para mostrar a la prensa que estaba ganando la guerra.
Miente, calumnia y difama a quien lo enfrenta o lo cuestiona con argumentos. Es un cínico descarado de marca mayor porque nadie como él tiene un rabo de paja tan gigante. Sus dos edecanes personales presos por narcotráfico, dos ministros presos por comprar su reelección y uno más por regalar plata a ricos terratenientes, entre ellos el mismo Uribe. Sus dos directores de el DAS presos, uno por asesinar opositores y poner el DAS al servicio de los paramilitares y la otra por chuzar a periodistas y magistrados de la Corte Suprema. Su hermano está preso por paramilitarismo, su sobrina presa por narcotráfico, sus hijos multimillonarios por el negocio de las Zonas Francas que propiciaron funcionarios suyos desde su gobierno. Es un populista rencoroso y peligroso que soporta su vileza en una horda de tuiteros, muchos de ellos pagos, algunos periodistas sin ética y un aparato de justicia miedoso y arrodillado a sus tentáculos de poder.
Uribe hace ver como verdades sus mentiras (Postverdad). Sus casi 5 millones de seguidores en las redes sociales creen cada cosa que dice y obedecen sus órdenes sin cuestionarlo. Tanto que ya hay una campaña para elegir en 2018 a quién Uribe designe, sin importar quien sea. Su poderoso aparato de propaganda promueve sus mentiras a velocidades aterradoras pero no sus ya varias rectificaciones. De hecho la Corte Suprema sentencio que: “El lenguaje agresivo es una manifestación de violencia. Y usado por un líder político en cualquiera de las redes sociales puede llegar a ser identificado por alguno de sus seguidores como una invitación, o por lo menos, como una autorización velada al uso de la violencia física contra el destinatario del trino o del discurso descalificador”.
Entonces, señores Magistrados de la Corte Suprema, si este señor es reincidente y ahora ha vuelto a reincidir de la manera más vil, por qué no toman acciones. ¿Cuál es el miedo? ¿Es intocable? Pues díganlo de una vez por todas. ¿Es impune? Pues díganlo de una vez por todas? ¿Le tienen miedo? Es válido. Entonces renuncien a sus cargos para que jueces valientes y con pantalones llamen al orden a todos los colombianos por igual sin distingos de poder de intimidación. Basta ya de llamados de atención. Este señor, como dijo Samper Ospina, su última víctima, no está por encima de la ley. O si lo está pues conviértanlo en jurisprudencia: El señor Alvaro Uribe puede decir lo que quiera, de quien quiera, como quiera, a la hora que quiera y nada de lo que diga podrá judicializarse porque él está por encima de la ley.
Gustavo Bolívar
Gustavo Bolívar
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