viernes, 10 de abril de 2020

ME DA TRISTEZA DEJAR A COLOMBIA ASÍ:

 

El  17 de marzo recibí una llamada de Gustavo Petro. No es usual que llame. Casi nunca lo hace. Petro es una persona bastante sigilosa y desconfiada. No es para menos, fue chuzado por el DAS de Uribe y ahora por el Ejército de Duque. Por eso, sus cercanos siempre nos comunicamos con él por escrito, a través de una de esas plataformas que, creemos, aun no han sido descifradas por los chuzadores del gobierno. Cuando observé que la pantalla del celular estaba alumbrando con su nombre sentí que algo no andaba bien. Nunca llama. Entonces pensé: Si está llamando es porque pasó algo.

Tomé la llamada y al otro lado de la línea estaba él, con su misma voz tranquila y pausada de siempre. Me contó que viajaba a Cuba con el fin de someterse a un tratamiento porque le habían detectado un cáncer en etapa temprana. Un frío recorrió mi cuerpo. Le pregunté si lo iba a hacer público y me respondió que estaba esperando un segundo examen para confirmarlo. Lo lamenté sinceramente y me puse a sus órdenes. Me dejó algunas indicaciones y me encomendó un par de misiones. Tuve que esforzarme mucho para que no me notara afectado. Le deseé suerte y hasta me ofrecí, en un mensaje de texto a acompañarlo pero me respondió “No, el virus lo va a impedir”. Luego escribió una frase muy corta que me rompió el corazón: “Me da tristeza dejar a Colombia así”. Quienes amamos a Colombia sabemos lo que esas cortas palabras encierran. Con un nudo en la garganta le escribí textualmente “Aquí tiene un ejército defendiendo sus ideas, Tocayo. Vaya tranquilo y por su bien, olvídese por unas semanas de esta podredumbre para que se pueda sanar rápido”.

Creo en Petro cuando dice: Me da tristeza dejar a Colombia así. ¿Cómo no creer en la sinceridad de las palabras de una persona que desde su adolescencia empezó a luchar contra la opresión y a los 18 se echó al hombro la construcción de un barrio para desposeídos en Zipaquirá, la ciudad que lo adoptó durante su bachillerato?

¿Cómo dudar de sus palabras, si en medio de esa impotencia que muchos hemos sentido ante las injusticias que suceden en este país, tomó la decisión, equivocada o no, de ingresar a las filas del M-19 a sabiendas de que sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas?

¿Cómo poner en tela de juicio su amor por Colombia si, luego de ser  capturado y torturado, decide seguir en la lucha política durante 35 años a pesar de una cruenta persecución, tres atentados contra su vida y una larga lista de calumnias, amenazas, denuncias penales, sanciones y multas por proteger los intereses de los más débiles?

Pues yo le creo y sé que muchos de ustedes también. Gustavo ama a Colombia y ese amor a su país y a su familia lo mantendrá vivo, en pie de lucha contra su enfermedad y le permitirá sortear con éxito y enteresa su tratamiento. Pero ante todo, porque Gustavo Petro es un guerrero. Se enfrentó casi solo, en un comienzo, a un ejército de 30 mil paramilitares, liderado por sanguinarios narcotraficantes y políticos corruptos y poderosos que por respeto con su dolencia hoy no vale la pena mencionar. Se enfrentó a la horda de hampones, incluso a uno de su propio partido de esa entonces, que robó más de 2 billones de pesos a Bogotá. Fue el primero en alertar al país sobre los tentáculos corruptos de Odebrecht. Nunca le ha temblado la mano para señalar, siempre con pruebas, a quienes se enriquecen a costa del erario, a quienes matan a los líderes sociales, a quienes fomentan la desigualdad social.

En el campo político sorprendió al país durante las pasadas elecciones con un discurso estructurado, intelectual, moderno y premonitorio que cada día cobra más vigencia. Nos alertó sobre los peligros del cambio climático, nos enseñó a mirar hacia el agro y su actual improductividad, nos hizo reflexionar sobre las energías limpias y la imperiosa necesidad de recobrar nuestra productividad dejando atrás las energías fósiles. Nos advirtió sobre la debacle del sistema de salud por culpa de la  ley 100 que promete derogar y ha luchado por las minorías saqueadas y masacradas de este país. Desde que dejó su arma, ha hecho honor al pacto firmado por Pizarro y nunca ha dejado de luchar por la paz grande, como le llama él a un acuerdo que incluya a todos los actores armados bajo la premisa de una reivindicación social a gran escala.

No es perfecto, aunque no sea oportuno decirlo, pero lo hago por ese equilibrio que deben tener las cosas para no caer en la adulación. Lo que sí tiene de sobra, y quizá forme parte de su perfecta imperfección, es una absoluta carencia de cálculo político. Nunca mide las consecuencias de sus palabras. Puede perder la presidencia por un tuit, incluso el cielo, pero no le importa. Primero la coherencia, primero la autenticidad, primero la franqueza. Y eso es lo que lo ha mantenido vigente por casi cuatro décadas y eso es lo que le granjea las antipatías de los tibios, el odio de los sectarios de ultraderecha, pero también las simpatías de millones de jóvenes que entienden su irreverencia y su importaculismo a la hora de decirle al que sea, lo que sea, cuando sea y donde sea.

Si durante varios periodos de su carrera se ha quedado solo, no es por soberbia o por petulancia o porque sea un dictador como algunos dicen. Es porque simplemente, Petro es un incomprendido. ¿Cómo no serlo, si por su constante necesidad de aprender, su enfermiza manía de devorar libros de economía, su obsesión por prepararse, su visión global de las cosas y su intuición para adelantarse a los acontecimientos, vive varios años delante de algunos de quienes lo rodean?

He vivido a su lado episodios felices, como sus triunfos en la consulta interpartidista y su paso a segunda vuelta durante las elecciones de 2018. He vivido a su lado momentos de angustia, como aquellos que pasamos en el interior de una camioneta en Cúcuta mientras francotiradores le disparaban desde edificios aledaños al Parque General Santander. Recuerdo que mantuvo tanto la calma, que mientras hablaba, y ahí están los videos para constatarlo, los tiros pegaban en el vidrio blindado y por no habernos inmutado, por haber mantenido la calma, requisito sine quanon para grandes timoneles,  la gente pensó que se trataba de un montaje.

También he vivido momentos tristes como el de aquella noche en el teatro del Down Town Majestic, cuando a las 7 de la noche apareció con su familia y un gesto melancólico para reconocer su derrota y el triunfo de Iván Duque. Hoy cuando las evidencias nos muestran a través de la confesión de Aida Merlalo los audios del Ñeñe Hernández y miles de actas adulteradas que el triunfador era él, siente en su alma que esas multitudes que lo acompañaron a lo largo y ancho del país merecían un mejor país que este que estamos padeciendo desde el regreso del uribismo. Pero Petro va a volver, de eso no nos cabe duda a quienes lo conocemos y lo estaremos esperando. Porque si hay alguien que pueda derrotar a las maquinarias del clientelismo y a las mafias de la corrupción con total independencia es él. No digo que nadie más pueda hacerlo, pero sí digo que nadie más podrá hacerlo sin aliarse con el establecimiento.

También viví a su lado momentos desagradables como uno reciente, cuando a raíz de una información de inteligencia, de esas que el gobierno le pasa a los pasquines uribistas, la gente empezó a preguntar #DondeEstáPetro con una andanada de suposiciones odiosas. Ese día le pregunté si salíamos a contar lo de su enfermedad o dejábamos morir el Hashtag. “Dejemos que se muera”, me respondío con esa pasmosa tranquilidad de quien está acostumbrado a que le den palo día y noche sin inmutarse porque su conciencia está tranquila.

Pero la peor experiencia que viví a su lado fue la de aquella noche cuando Petro y Robledo tenían al Uribismo y a Nestor Humberto Martínez contra las cuerdas, por los sobornos de Odebrecht, y de la nada una senadora uribista puso a rodar, en medio del debate en la plenaria, el famoso video en el que lo vemos recibiendo 20 millones de pesos que le había enviado el reconocido arquitecto Simón Vélez. Además lo pasaron sin audio porque sabían que mudo hacía más daño. Y porque el audio, en el que se escucha decir que son 20 millones, que son un aporte y en el que Petro se queja por la baja denominación de los billetes, lo absolvía. Pasaron tres horas desde que rodaron el video y no le dieron el derecho a réplica, todo un crimen contra el derecho a la defensa, el derecho a responder agravios consagrado en la ley 5ª. Una "jugadita" más de la mesa directiva.

Ese día, al verlo impotente ante la arremetida cobarde del uribismo, sentí la necesidad de defender al Jefe y casi me voy a las manos con el senador Eduardo Pulgar por haberle negado arbitrariamente la palabra. El uribismo logró desviar el debate de Odebrecht pero la historia es implacable. En los anales quedará que Uribe les firmó el contrato, que sus hijos se reunieron con Odebrect en Panamá, que Andrés Felipe Arias recibía un sueldo de Odebrect y que su viceministro de transportes recibió un soborno por 6.5 millones de dólares, exactamente, a precios de hoy, 1.300 veces lo que Petro introdujo en aquella bolsa, que no niego se ve desagradable, porque el entrampador, quien firmó el video con segundas intenciones, se cuidó de entregarle esa pírrica suma en billetes de dos y cinco mil pesos para que se vieran varios fajos.  Recibir donaciones no reviste delito alguno, y menos si vienen de personas reconocidas. Lo constatará la Corte Suprema de Justicia que lleva el caso.

En Miami, cuando aceptó venir a mi casa con su esposa, en enero de 2018, nos tomamos unas cervezas y me pidió que le pusiera una canción de Silvio Rodríguez. Luego otra y luego otra. Tres canciones del cantautor cubano por cada cerveza. Y cuando sonó una que se llama “Preludio a Girón” cantó en voz baja, porque es muy tímido: “Nadie se va a morir, menos ahora que el canto de la patria es nuestro canto”…


Lo conozco lo suficiente para saber que está tranquilo preparándose para una nueva batalla, una más, más no la última, mientras recuerda las palabras de Jaime Bateman, uno de sus referentes revolucionarios: “Somos mujeres y hombres hechos para las dificultades”.


Gustavo Bolívar Moreno
10 de abril de 2020

martes, 22 de agosto de 2017

15 RAZONES POR LAS QUE URGE REVOCAR A PEÑALOSA

  • 15 RAZONES POR LAS QUE SE DEBE REVOCAR A PEÑALOSA URGENTEMENTE:
  1. LA PRINCIPAL. Le va a quitar a las futuras generaciones la posibilidad de un medio ambiente sano, convirtiendo la Reserva Thomas Van Der Hammen en una urbanización, una gigantesca mole de cemento, de la que solo se beneficiarán algunos de sus secretarios, que tienen predios allí, y varios contratistas que aportaron dinero a su campaña. Aunque diga que es un potrero, la VDH se respeta.
  2. Quiere vender a toda costa, y por un precio 300% inferior, nuestra Empresa de Teléfonos de Bogotá. Una empresa no solo muy rentable sino muy estratégica para las comunicaciones del futuro. Dice Peñalosa que sin esa venta se afecta el presupuesto de educación y salud. Le preguntamos entonces: ¿Cómo hizo el anterior alcalde para aumentar esos presupuestos sin venderla y al contrario, inyectando 2.6 billones para su modernización en fibra óptica?
  3. Privó a los Bogotanos de tener un metro subterráneo a la altura de los mejores del mundo, que ya tenía estudios de tercera fase, que ya estaba listo para licitar. Se atrevió incluso a vociferar, con su patanería disfrazada de sarcasmo, que lo había diseñado alguien mientras se cepillaba los dientes. Hará en cambio, si alcanza, un metro aéreo, de los que él mismo rechazó en varios tuits de años anteriores por su falta de estética. Un Metro feo que devaluará las propiedades por donde pasará y se convertirá en basurero, refugio de malhechores, y muro de varios kilómetros para los afiches de los políticos. 
  4. Quiere, contra toda lógica, meter Transmilenio por la Séptima. Eso no cabe si no en su terca cabeza. Es una avenida angosta donde ya no caben, desde hace 10 años, ni los carros particulares. Sabemos de sus vínculos con la empresa que vende los buses pero ya basta de atrasar a Bogotá. TM ya cumplió su ciclo. Es feo, está saturado, contamina, es incómodo para los usuarios, genera trancones. Por eso los están acabando en otras partes del mundo como en Chile y la India. Deje que Bogotá se modernice, señor Peñalosa. Déjenos respirar un aire más puro. Para eso están los trenes eléctricos.
  5. Quiere meter Transmilenio por las vías Férreas. Absurdo. El mundo al revés.
  6. Echó para atrás los acuerdos que tenía Bogotá con el departamento de Cundinamarca y la Nación para hacer el tren de cercanías que conectara a la capital con los municipios vecinos.
  7. Desbarató avances en la contratación de tranvías eléctricos por las avenidas 68 y 7a.
  8. Saca pecho inaugurando las obras que dejó el anterior alcalde, como el metro cable para Ciudad Bolívar y varias vías y colegios. Y aunque no tiene la gallardía de reconocer su autoría, sí critica y sin fundamento cada cosa que hizo aquel.
  9. Bajó el presupuesto de la salud. Delicado. Se ha traducido en aumento de muertes de recién nacidos y aumento en la tasa de mortalidad en menores de 5 años. Ahora hay menos ambulancias, menos camas disponibles. Pero tendremos que conformarnos con su pobre filosofía: "En todas partes del mundo la gente se muere esperando una ambulancia".
  10. Bajó el presupuesto de educación. Más delicado aún. Se traducirá en un futuro en mayor delincuencia.
  11. Ha subido tarifas de Aseo, Transmilenio, parqueaderos, luz, agua.
  12. Está otorgando contratos a varios donantes de su campaña, lo cual constituye un delito. Por ejemplo, Jesús Acosta de constructora AIC donó 20 millones a su campaña y recibió un contrato por 927 millones del Fondo de desarrollo local de Los Mártires (Los mártires son los ciudadanos que pagan impuestos). Luis Lozano de TerraFranco y Flores Ipanema, donó 40 millones y recibió dos contratos por valor de 1.215 millones. Uno de la Sec. de seguridad por 471 millones y otro por 744 millones de la Sec. de Planeación. Hay más.  
  13. Cada que la ciudadanía protesta, con justa causa, manda su escuadrón represor (Esmad) a romperles la cara. Pasó con discapacitados, con maestros y recientemente con campesinos de la zona del botador de Doña Juana quienes deben convivir con millones de moscas y ratas o quedarse callados.
  14. Es prepotente, arrogante, no escucha a la ciudadanía con la excusa de que no todos votaron por él. Se equivoca, según encuestas, lo desaprueba casi la ciudad entera (entre un 80 y un 90% de desaprobación a su gestión) lo que obliga a pensar que en ese margen están por lo menos la mitad de quienes votaron por él.
  15. Odia el arte callejero. Manda a borrar las obras que muchos artistas han regalado a la ciudad empleando meses y mucho dinero para hacerlas. Es un articidio del cual ya están dando cuenta varios medios internacionales. Y lo más grave del asunto es que en una de las fotografías del grafiticidio que circulan en tuiter aparece una niña de unos 9 años acompañando a sus padres a borrar una obra de arte. ¿Qué le están enseñando a esa criatura?

Existen más razones como la corrupción en alcaldías locales y el haber quitado el servicio de bicicletas por la séptima, o su manguala con varios Concejales de Bogotá a cambio de puestos, pero digamos que estas son las principales. Se avecina una elección para revocar al alcalde, si es que no se dilata más el proceso, y debemos salir a revocar al alcalde. Con contundencia. No podemos quedarnos en casa. Tenemos que salir a votar para alcanzar el umbral. Es el futuro de varias generaciones lo que está en juego. At: Fundación Manos Limpias Colombia.

domingo, 16 de julio de 2017

LAS 543.000 MENTIRAS DE URIBE

LAS 3 MILLONES 380 MIL MENTIRAS DE URIBE

Si tiene tiempo, vaya al buscador de Google y escriba: las mentiras de Uribe. Le aparecerán 3,380,000 entradas. Nada exagerado para la avalancha de mentiras, calumnias y difamaciones con las que suele enlodar a quienes lo controvierten y las imprecisiones y tergiversaciones con las que vive enredando a su fanaticada, que en realidad es grande.

Por ejemplo, Uribe dijo que el periodista Daniel Coronel de la revista Semana era un narcotraficante. Dijo también que el columnista de El Espectador Yahir Akerman era del ELN. Ha dicho que el periodista y ahora concejal Hollman Morris era un terrorista de las FARC. Al periodista Jorge Ramos de Univisión lo dejó plantado cuando este no le preguntó lo que él quería que le preguntaran. Del Periodista Francés Romeo Langlois dijo que le daba mucha desconfianza. Del periodista Julián Martínez de Noticias Uno dijo que era de las Farc. Al corresponsal Salvador Castellanos de Univisión se le escapó de una entrevista en curso por preguntas “incómodas”. Ahora le dice al columnista de Revista Semana Daniel Samper Ospina que es un violador de niños. La tapa de todas las calumnias. 

La lista es larga y tan evidente es su desprecio hacia la libertad de prensa que periodistas simpatizantes de sus ideas como Claudia Gurisatti, Hassan Nasar, Salud Hernández y Juan Lozano, ya le exigieron ponerle fin a sus excesos.  

De Santos dijo que había financiado su campaña con dinero del narcotráfico pero no interpuso la denuncia ante el Fiscal sino ante su amigo, el Procurador Ordóñez.  

A los colombianos les dijo que les iban a quitar sus pensiones para poderles pagar a las FARC, que los guerrilleros nunca iban a entregar las armas, que Timochenko sería presidente y también se fue a foros internacionales a decir mentiras sobre la economía de Colombia y a despotricar sobre el proceso de paz. En todo más serio que el que él hizo con los paramilitares, incluidas varias falsas desmovilizaciones.

A las madres de los jóvenes hechos pasar por guerrilleros, por cuya culpa (presionar a los militares por resultados) fueron asesinados más de seis mil, les dijo con toda la infamia que cabe en su boca, que ellos, los famosos falsos positivos “no estarían recogiendo Café”. Se refería a los muchachos inocentes que su ejército vistió de guerrilleros y asesinó vilmente para mostrar a la prensa que estaba ganando la guerra.

Miente, calumnia y difama a quien lo enfrenta o lo cuestiona con argumentos. Es un cínico descarado de marca mayor porque nadie como él tiene un rabo de paja tan gigante. Sus dos edecanes personales presos por narcotráfico, dos ministros presos por comprar su reelección y uno más por regalar plata a ricos terratenientes, entre ellos el mismo Uribe. Sus dos directores de el DAS presos, uno por asesinar opositores y poner el DAS al servicio de los paramilitares y la otra por chuzar a periodistas y magistrados de la Corte Suprema. Su hermano está preso por paramilitarismo, su sobrina presa por narcotráfico, sus hijos multimillonarios por el negocio de las Zonas Francas que propiciaron funcionarios suyos desde su gobierno.  Es un populista rencoroso y peligroso que soporta su vileza en una horda de tuiteros, muchos de ellos pagos, algunos periodistas sin ética y un aparato de justicia miedoso y arrodillado a sus tentáculos de poder.

Uribe hace ver como verdades sus mentiras (Postverdad). Sus casi 5 millones de seguidores en las redes sociales creen cada cosa que dice y obedecen sus órdenes sin cuestionarlo. Tanto que ya hay una campaña para elegir en 2018 a quién Uribe designe, sin importar quien sea. Su poderoso aparato de propaganda promueve sus mentiras a velocidades aterradoras pero no sus ya varias rectificaciones. De hecho la Corte Suprema sentencio que: “El lenguaje agresivo es una manifestación de violencia. Y usado por un líder político en cualquiera de las redes sociales puede llegar a ser identificado por alguno de sus seguidores como una invitación, o por lo menos, como una autorización velada al uso de la violencia física contra el destinatario del trino o del discurso descalificador”.


Entonces, señores Magistrados de la Corte Suprema, si este señor es reincidente y ahora ha vuelto a reincidir de la manera más vil, por qué no toman acciones. ¿Cuál es el miedo? ¿Es intocable? Pues díganlo de una vez por todas. ¿Es impune? Pues díganlo de una vez por todas? ¿Le tienen miedo? Es válido. Entonces renuncien a sus cargos para que jueces valientes y con pantalones llamen al orden a todos los colombianos por igual sin distingos de poder de intimidación. Basta ya de llamados de atención. Este señor, como dijo Samper Ospina, su última víctima, no está por encima de la ley. O si lo está pues conviértanlo en jurisprudencia: El señor Alvaro Uribe puede decir lo que quiera, de quien quiera, como quiera, a la hora que quiera y nada de lo que diga podrá judicializarse porque él está por encima de la  ley. 

Gustavo Bolívar